Se aficionó a la lecutra en la bilbioteca personal de su padre. Este mismo le llevaba al teatro con frecuencia, lo que hizo que naciese en el niño una pasión inata por el teatro.
Con nueve años, Antonio ya dirigiía pequeñas obras de teatro en un teatrillo de juguete.
Sin embargo, la literatura no era su única pasión.
La pintura también representaba un papel muy importante en su vida, e incluso hizo retratos de otros amantes de la literatura, como fue Miguel Hernández.
En 1934, esta pasión lo llevó hasta la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, Madrid, donde compaginaba las clases con la lectura y el teatro.
Con 23 años fue detenidido, encarcelado y condenado a pena de muerte por "adhesión a la rebelión". Sin embargo, después de ser trasladado a innumerables cárceles, consiguió reducir el castigo y salió en 1946, con 30 años, bajo libertad condicional.
Su primer teatro escrito fue En la ardiente ascuridad, aunque fue la tercera obra llevada al escenario, después de Historia de una escalera y Las palabras en la arena.
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