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jueves, 16 de marzo de 2017

Pic-Nic y El triciclo, Fernando Arrabal

Todas las obras que hemos analizado en esta página web se han enmarcado siempre dentro de la narrativa y consideramos que ya es hora de introducir nuevos géneros literarios.

Hoy traemos dos obras de teatro de Fernando Arrabal, autor de gran importancia en la historia de la literatura española. Nos vamos a centrar concretamente en Pic-Nic y El triciclo.


La biografía de Fernando Arrabal es muy importante a la hora de entender y analizar sus obras. Sin embargo está plagada de sucesos relevantes y esto, sumado con el carácter tan excéntrico y personal del autor, hace que escribir sobre su vida brevemente se convierta en misión imposible. Por eso vamos a dedicarle una entrada exclusivamente a su biografía. Os animo a que la leáis porque este autor tiene un gran recorrido tras de sí y está cargado de anécdotas divertidísimas.

Ahora al lío, vamos a meterle mano a estas dos obras.

Pic- Nic 
El título inicial era Los soldados pero Arrabal, en su continuo proceso de creación personal y de edición de la obra, modificó hasta cuatro veces el manuscrito original que nació en 1952. El ejemplar que ha llegado al público es de 1961.

Son cuatro personajes principales los que aparecen en esta obra: Zapo, Zepo, y el Señor y la Señora Tepán (curiosidad, es un símil con el apellido materno de Arrabal, Terán). Además aparecerán también dos Camilleros.
La obra se compone de un solo acto. En él podemos ver a un soldado, Zapo, que se dedica a tejer cuando las bombas y las ametralladoras no atacan su base. Se presentan en mitad del campo de batalla sus padres, el Señor y la Señora Tepán, dispuestos a comer con él en un improvisado pic-nic de domingo. Es entonces cuando aparece Zepo, un soldado del bando contrario. Zapo y Zepo resultan ser personajes idénticos. Lo único que los diferencia es el ejército para el que luchan.
Arrabal, con la confrontación de estos personajes simétricos muestra que, dejando a un lado las ideologías políticas, no hay nada que diferencie uno y otro bando. Son personas las que están luchando, son humanos con sentimientos y familia. La guerra deja de tener sentido cuando esos soldados no entienden por qué y para qué están luchando.
Una escena ilustradora de lo absurdo que puede volverse una confrontación bélica es la siguiente que voy a reproducir a continuación:

Zapo. - Bueno (AL PRISIONERO) Haga el favor de poner las manos juntas, que le voy a atar. 
Zepo.- No me haga mucho daño. 
Zapo.- No. 
Zepo.- Ay, qué daño me hace...
Sr. Tepán.- Hijo, no seas burro. No maltrates al prisionero
Sra. Tepán- ¿Eso es lo que yo te he enseñado? ¿Cuántas veces te he repetido que hay que ser bueno con todo el mundo?
Zapo.- Lo había hecho sin mala intención. (A ZEPO) ¿Y así? ¿Le hace daño?
Zepo.- No. Así, no.

Además del valor que se transmite a través de la dualidad entre Zepo y Zapo, todos los personajes principales de la obra representan ese intento por parte del pueblo para solucionar un conflicto. Y ahí va una reflexión personal:

¿No es paradójico que los gobernantes sean quienes producen los conflictos, que los civiles sean quienes mueren y que a pesar de eso no sean capaces de ponerle fin?

Todo parece una gran contradicción, pero Arrabal la expresa de tal manera que nos permite entender lo que quiere decirnos. 
Las guerras son  exactamente igual en España, en Inglaterra o en México. Ese valor universal y diacrónico lo plasma muy bien Fernando, ya que no atribuye ninguna característica distintiva ni a los soldados ni al entorno en el que se desarrolla la acción. De hecho, el autor explica que esta obra está inspirada en la guerra de Corea. A pesar de eso, sus obras estuvieron prohibidas en España incluso después de la muerte de Franco.

También es importante mencionar que Zapo, Zepo, y el señor y la señora Tepán muestran ese intento por salir del sistema, mientras que los camilleros y el general, realizando su trabajo sin ningún tipo de reparo, simbolizan las personas que están dentro del régimen y se dejan llevar. 

Arrabal une lo verosímil y lo inverosímil de manera que lo segundo parece tan real como lo primero. Esta obra podría ser perfectamente una comedia pero el final tan trágico de los personajes nos deja un sabor amargo que invita a la reflexión.

El triciclo
La segunda obra de Arrabal que vamos a tratar hoy se llamó originalmente Los hombres del triciclo. Cuatro personajes participan en los dos actos de la obra:  Apal, Climando y Mita representan diferentes maneras de enfrentarse a una contienda. Además, aparece también el Viejo de la Flauta, el Hombre de la billetera y el Guardia.
No sé si ha sido una percepción errónea pero creo que envuelve un carácter infantil a todos los protagonistas. La forma de hablar, de amar, de pensar y de argumentar es algo pueril, pero eso no significa que el trasfondo sea tan simple como aparentan.
Definen a Apal como aquel que "duerme 18 horas". Está, básicamente, esperando su hora. Le dan igual los problemas, el dinero y las personas. Sin embargo, cuando estos personajes cometen el crimen que marcará el final de la historia, Apal es el único que sabe lo que ha pasado, que acepta con total naturalidad el destino. Desde mi punto de vista, este personaje tiene un rasgo propio de los personajes de Baroja, está desesperanzado porque conoce la verdad. Espera resignado a que todo acabe porque ha perdido las ganas de vivir tras ver tantas desgracias y vivir tantas desdichas.
Climando, por el contrario, está constantemente activo. Busca soluciones a sus problemas (como pagar el préstamo del triciclo que da nombre a la obra). Es la otra cara de la moneda, aunque también podríamos decir que ese ímpetu por vivir viene dado por la inconsciencia de la situación en la que se encuentra. Ama de una manera muy inocente y tierna a Mita, el único personaje femenino.

Climando. - ¡Atiza! ¡Pues es verdad! (Pausa) Lo peor de todo es que cuando te suicides no podré acariciar tus rodillas. 
Mita.- Se las acariciarás a Cepina la de los churros. 
Climando.- ¿Y quien me dice a mi que ella tiene unas rodillas tan bonitas como las tuyas?
Mita.- Mis rodillas ya sé que son bonitas, pero las de ella tampoco están mal. Todas las mañanas se las lava con agua y yerbas. 
Climando,- No serán como las tuyas, creo yo... Déjame que las acaricie otra vez.  (Mita sube un poco las faldas y Climando le acaricia las rodillas). Me gustan tus rodillas porque son suaves, y lisas, y grandes, y blancas, como un plato de loza pero blando. Además, no están arrugadas como las mías. 

Mita es un personaje desesperanzado. Quiere morir porque considera que eso le haría feliz. Es dese luego una representación de una gran parte de los países en guerra. Climando, a pesar de sentirlo mucho, le anima a que se suicide porque sabe que eso le haría feliz. Este es uno de los rasgos por los que considero a los personajes infantiles, no son conscientes de todo lo que está ocurriendo. Esa inocencia es enternecedora y desde luego, no es propia de los adultos. 

Además de estos personajes principales cabe destacar también la figura del Guardia. Aparece como un personaje externo, es decir, no se termina de involucrar en la escena ni en la acción. Habla un idioma incomprensible. Está dentro del sistema, es absurdo, no tiene el mínimo interés por ayudar ni entender a nuestros protagonistas. Representa esa incomprensión ante los conflicto que ya hemos desarrollado anteriormente.




En resumen, Fernando Arrabal trata el tema de la guerra desde un punto de vista muy directo pero a la vez con un gran carácter universal. A través de sus personajes nos muestra lo absurdo pero real y de qué manera eso afecta a los civiles. 
Las guerras son, al fin y al cabo, personas destruyéndose.

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